
La sacarina es el edulcorante artificial más antiguo, se descubrió en 1879. Su uso se incrementó considerablemente durante las dos Guerras Mundiales debido a la escasez de azúcar.
Es unas 300 veces más dulce que el azúcar, aunque como tiene un regusto un poco amargo suele asociarse junto a otros endulzantes artificiales.Se puede presentar en forma de pastillas, gránulos, polvo o líquido. Es muy estable y tiene una larga duración.
Es unas 300 veces más dulce que el azúcar, aunque como tiene un regusto un poco amargo suele asociarse junto a otros endulzantes artificiales.Se puede presentar en forma de pastillas, gránulos, polvo o líquido. Es muy estable y tiene una larga duración.
Es eliminada por la orina.
Se usa como endulzante sin calorías para bebidas y alimentos light o bajos en calorías. Tambien como endulzante para diabéticos ya que no altera los niveles de glucosa del cuerpo.
Se usa como endulzante sin calorías para bebidas y alimentos light o bajos en calorías. Tambien como endulzante para diabéticos ya que no altera los niveles de glucosa del cuerpo.
Usada en caramelos y chicles para que no produzcan caries (la sacarina a diferencia del azúcar no se adhiere a la dentadura ni fermenta con las bacterias de la boca), como ingrediente en productos tan diversos como: zumos, helados, refrescos, mermeladas, lácteos, pasta de dientes, bollos, algunos medicamentos, etc.
La polémica sobre la sacarina surgió a partir de un estudio Canadiense realizado en 1977 con ratas, al encontrarse tumores en la vejiga de las ratas macho. Este daño, nunca se pudo reproducir en otros animales, y menos en el humano. También hay que decir que la dosis administrada a las ratas era equivalente a un consumo humano de aproximadamente 750 latas de bebidas carbónicas o 10.000 comprimidos de sacarina diarios durante toda la vida (algo imposible de consumir por ninguna persona).
Esta polémica tuvo su parte positiva y es que ha sido probablemente el más estudiado de todos los aditivos alimentarios. Todos los estudios posteriores han demostrado que no hay una asociación directa entre el consumo de sacarina y la incidencia del cáncer.